domingo, 18 de junio de 2017

Los Pools de manipulación profesional

Wyckoff aprendió mucho de las enseñanzas de Charles Dow. De los aspectos más importantes que aprendió de él, y que pudo vivir en primera persona en su etapa con los hermanos Wasserman, fue cómo se gestan los grandes movimientos del mercado, y cuya raíz hay que buscarla en las acciones de manipulación perpetradas por los grandes inversores. Otro aspecto de especial relevancia que aprendió de Dow fue las tres leyes fundamentales que rigen el movimiento de los precios y que nos ayudan a decodificar la acción del “dinero profesional”, como son la ley de la oferta y la demanda, la ley de causa y efecto, y la ley de esfuerzo y resultado. ¿Cómo podríamos definir el concepto de pool?

Dow (Nelson, 1902) dijo que un pool es, básicamente, un profesional o grupo de profesionales que, tras valorar que una acción está demasiado barata (en principio, sus métodos de valoración no son relevantes para nosotros), deciden, de forma más o menos coordinada, empezar a comprar acciones de dicha compañía. Al mismo tiempo merodean otros profesionales, que al conocer sus técnicas de actuación se unen a ese interés comprador, intensificando así el grado de manipulación sobre el precio del activo. El inversor amateur, víctima del pánico que acompaña a los mercados bajistas, y alentado por las malas noticias de los medios de comunicación, se ve impulsado a vender sus activos, con lo que se convierte, sin ser consciente de ello, en la contrapartida del pool profesional, que es quien adquiere poco a poco todos los activos, en una fase denominada “de acumulación”.

Cuando el interés vendedor ha remitido, todo el stock está en poder del pool. Sin presión vendedora, el precio no puede hacer otra cosa nada más que subir, lo que le proporciona al profesional sus primeros beneficios. Pasado un tiempo, cuando el miedo se empieza a diluir y el gran público vuelve a interesarse por la inversión en Bolsa, viene la fase “de participación”. Los inversores mejor informados, que son capaces de detectar la acción profesional de forma prematura, aún podrán sacar algo de tajada de las subidas de los precios; el resto, la gran masa de inversores desinformados, entrarán al juego demasiado tarde. Entonces será el mismo profesional que *compró en los mínimos* quien le transmita sus propios títulos al amateur, en un proceso que denominamos “de distribución” y que culminará, tarde o temprano, en un desplome de las cotizaciones, justo en el preciso momento en que el interés comprador haya desaparecido por completo.

Esto dejará encerrados a todos aquellos operadores que entraron en la cima con la esperanza de que la fiesta alcista no tendría final. En El juego de Wall Street, un libro de obligada lectura, el autor compara las maniobras de los pools con las campañas militares dirigidas por un gran general:

<<Las campañas alcistas se inician después de que finalice con éxito la campaña bajista, que empezará cuando los precios estén bajos y cuando el público tenga un claro sentimiento bajista. En ese momento, todas las noticias tendrán un claro sesgo bajista. Habrá nubes negras en el horizonte de las finanzas. En ese momento, los generales que manejan el dinero profesional están callados y secretamente movilizando sus fuerzas. En otras palabras, están acumulando acciones y guardándolas en sus cajas fuertes. Estos hombres actúan bajo el principio de que el momento de comprar es justo cuando los precios están bajos, y que el momento de vender es cuando los precios están altos. Los profesionales compran en las épocas malas y venden cuando todo parece estar bien. Las campañas alcistas se inician en la oscuridad y finalizan en la gloria.>> (HOYLE, 1898)

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